A menudo se dice que aquellos que dejan este mundo están ahora en paz. Sin embargo, esta palabra también pesa mucho para los que están vivos. ¿Qué seremos y lograremos si no vivimos en paz? Con nosotros, con los demás y con el mundo. Quizá por eso siempre me escapo al mismo lugar cuando esa palabra falta en mi corazón. Suelo llamarlo “mi rincón favorito” y es esa playita que forma parte de la tierra donde crecí: Vila Real de Santo António.
Muy pocos saben de su existencia. Es una formación natural, casi invisible a los ojos de quien pasa rápido, pues el mar se traga por completo la arena cuando la marea está alta y las olas solo aparecen cuando pasa una embarcación más abrupta.
Así, el río mismo es la encarnación de lo que siento cuando me apoyo en su orilla, en esa arena tan fina... Cuando la marea no está alta y me abandono allí hasta que ya no siento el sol quemando mi rostro y calentando mi alma: serenidad, calma, comodidad y paz.
Allí, en ese lugar tan especial, donde el mar y el río se besan, paso tardes enteras reencontrándome.
Cuando miramos más allá de la desembocadura del Guadiana, en ese diminuto paraíso oculto, podemos ver con facilidad la tierra vecina: Ayamonte. Allí, en ese lugar tan especial, donde el mar y el río se besan, paso tardes enteras reencontrándome. Sola, con la única compañía de mis pensamientos, abandono ese rinconcito mío con todas las energías renovadas.
Ese nuevo comienzo y todos los sentimientos asociados a ese lugar son lo que lo hacen tan especial y tan mío. Es como una medicina que el médico prescribe para aquellos que sufren de falta de paz de espíritu. Medicina que cura el alma.
Corro hacia el mar, canto, grito y finalmente me tumbo en la arena, cansadamente feliz, escuchando el mar y admirando el cielo en toda su plenitud. Aquí es donde viajo en mis propios pensamientos sin salir de donde estoy. Es como estar en casa, como si nada malo pudiera alcanzarme allí. No existen las preocupaciones y solo disfruto el momento.
Así, para esa dosis de paz y otros sentimientos, visito ese pequeño rincón mío. Después de todo, siempre regresamos al lugar donde nos sentimos completos o completamente bien. Por eso, no hay otro lugar en el mundo que me haya robado tanto el corazón como este.
Superletra P 2022
Commenti