f. Estado de conciencia, más o menos desconectado de la realidad, en el que el sujeto se deja llevar por una sucesión casi siempre incoherente de imágenes y pensamientos dependientes de motivaciones afectivas (deseos, temores, emociones, etc.), más que del pensamiento lógico.
Diccionario Médico, Clínica Universidad de Navarra
Hay ciertas ventajas de estar despierto mientras todos los demás duermen. Deambular por las calles desiertas de mi ciudad durante la madrugada se convirtió en un hábito que rápidamente pasó a formar parte de mí. Es que, después de que hacemos ciertos hábitos, son ellos los que nos hacen a nosotros.
La noche trae consigo una serenidad onírica, bañando los lugares tomados por el silencio en una paz que da alas a largas conversaciones entre los elementos de la naturaleza.
Hay ciertas ventajas, decía yo, como, por ejemplo, tener el placer de estar en la rara compañía de la calma y del silencio, y ser su único y más fiel confidente. Hay algo mágico en la idea de pasear por calles vacías, tal como nosotros, cuando la ciudad duerme, se vuelve más viva (la ciudad también sueña). La noche trae consigo una serenidad onírica, bañando los lugares tomados por el silencio en una paz que da alas a largas conversaciones entre los elementos de la naturaleza (el viento y las hojas de los árboles, las raíces y la tierra que las sostiene, un río y el mar donde desemboca), que tienen miedo de hablar entre ellos durante el día, tal vez avergonzados de que la gente escuche sus enigmáticas conversaciones. Inmerso en el espíritu urbano, dejo que mis pensamientos ondulen con la brisa. Cuando navego sin rumbo por la ciudad dormida, me siento un privilegiado de poder verla en su estado más puro e indefenso. Hablo con las estrellas, les confieso mis secretos. Les hago preguntas imposibles con la remota esperanza de que me respondan, me iluminen con su sabiduría ancestral. Sin embargo, ellas permanecen en silencio, inertes en su lúgubre silencio, quizás porque no pueden hablar, o simplemente porque no quieren.
A estas horas, la ciudad es mía por un breve momento, nos unimos, somos uno. Los gatos callejeros pasean libremente por los callejones, la noche es de ellos y ellos son la noche. Por algunas horas, dejan de ser vagabundos. La ciudad es su casa, la noche su dueña, y la libertad su alimento. Tavira, que conozco tan bien, es la que mejor me conoce también.
Superletra X 2022
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