Cuando se habla de viajes, siempre tengo las ideas claras, sin embargo, hay una pregunta que siempre me hace pensar: ¿cuál sería mi lugar especial? He visto muchas cosas durante mis viajes y estoy tan agradecido por ello que no podría escoger solo un lugar, pero hay algunos a los que podría volver mil veces.
Se dice “ver Nápoles, después morir”. Nápoles no puede ser contada, hay que vivirla.
Se dice “ver Nápoles, después morir”. Solo aquellos que la han visto o que han vivido en la ciudad del sol pueden entender lo cierta que es esta afirmación. Muy pocos logran definir el sentimiento tan fuerte e intenso que provoca. Y son muchos los que han intentado describir la capital de Campania a través de las palabras, la música y de los más variados retratos, pero esta ciudad no puede ser contada, hay que vivirla.
Para mí, Nápoles es una ciudad de mil colores. Está compuesta por miles de caras diferentes, algunas de ellas, invisibles, otras, indescriptibles, a veces, irracionales y fuera de toda lógica humana… Trazar el rostro completo de esta ciudad se hace casi imposible.
Es una experiencia para apreciar con los cinco sentidos: el sabor de la pizza y el aroma de café, el sonido del tráfico y los saludos en la calle.
Es la ciudad de Caravaggio y de la mala vida, y al mismo tiempo, la de los lugares comunes como "ten cuidado de que te roban el reloj o la cartera". Nápoles es una experiencia para apreciar con los cinco sentidos: el sabor de la pizza y el aroma de café, el sonido del tráfico y los saludos en la calle. Tiene una doble alma, la popular y la real, la de Pulcinella, por un lado, y los Borbones, por el otro.
Posee la atmósfera dinámica de una ciudad contemporánea que, sin embargo, esconde ritos antiquísimos. Hay rincones que brillan a la luz del sol y otros escondidos a la sombra de los edificios históricos.
La Nápoles antigua y burguesa contrasta con la del arte callejero espectacular y único.
Allí podemos recorrer Spaccanapoli, la calle más hermosa del mundo. Está la Nápoles antigua y burguesa, la que se extiende entre el vico San Geronimo y la plaza San Domenico; y luego, la del arte callejero, espectacular y único, enriqueciendo las fachadas de los edificios antiguos. Y no puedo dejar de mencionar la pizza napolitana, porque todo el mundo nos envidia.
Nápoles es una ciudad llena de secretos y misterios, rica en historia, arte y cultura. Es generosa porque se cuenta sin velos, pero sabe arrancarnos un pedazo del corazón, como pocas ciudades en el mundo lo saben hacer. Por eso, no deberían ir a Nápoles si no quieren enamorarse.
Superletra P
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