Lo curioso es que cuando era pequeña no me gustaba la playa. La arena, el agua salada que me entraba en los ojos y la nariz, las algas... Todo esto me molestaba. Sin embargo, ahora voy a la playa tanto en verano como en invierno.
Cuando yo era pequeña, desde los dos hasta tal vez los cinco años, iba con mis padres y abuelos a la playa del Cabeço, que está hacia Tavira. Acampábamos, pero a mí todo me molestaba: la arena que estaba por todas partes, el ruido que hacía la gente y el agua fría del mar. Aunque no recuerdo bien algunos de esos momentos con ellos, sí que tengo fotos con mis abuelos y mis padres en el agua, o durmiendo en el regazo de mi abuela.
Tengo fotos con mis abuelos y mis padres en el agua, o yo durmiendo en el regazo de mi abuela.
Se ha convertido en una tradición ir a la playa del Cabeço en verano, pero, hoy en día, el lugar donde solía quedarme con mi familia ya no existe, pues está prohibido acampar. Aún así, nos empeñamos en ir allí, aunque sea una vez al año. Otra playa a la que nos gusta ir es Manta Rota, que también queda cerca de Tavira.
Otra de nuestras tradiciones es que en Navidad y el primero de enero siempre vamos a la playa a dar un paseo. Vamos a Quarteira o a Faro. Si vamos a Quarteira, andamos por el paseo marítimo, pero, en la playa de Faro, a menudo nos quedamos al otro lado viendo aterrizar o despegar los aviones. Cuando mi hermano va a jugar a Portimão, siempre terminamos pasando por la playa, que es la que se ve en la foto.
Me empezó a gustar más la playa después de que mi abuela falleciera, porque cada vez que voy la recuerdo a ella.
Me empezó a gustar más la playa después de que mi abuela falleciera, porque cada vez que voy la recuerdo a ella. los juegos a los que jugábamos y cómo se sentía tan en paz con solo estar en la playa. Lo que hace que esto sea curioso es el hecho de que hubo un tiempo en el que no me gustaba la playa y, ahora, a los veintidós años, me parece un lugar hermoso que me calma y me encanta ir a ver la puesta de sol.
Superletra G 2024
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