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La literatura nos hace falta

Mirian Nogueira Tavares es licenciada en Comunicación Social, tiene un máster en Comunicación y Semiótica, y es doctora en Comunicación y Cultura Contemporáneas. Entre otras muchas cosas, es profesora en la Universidad del Algarve, coordinadora del Centro de Investigación en Artes y Comunicación (CIAC) y presidenta del grupo de trabajo de estudios cinematográficos de la SOPCOM.


Su largo e impresionante currículo está indiscutiblemente vinculado al mundo de las artes, la cultura y la comunicación, por lo que hemos querido entrevistarla y charlar sobre literatura con motivo de la celebración del Día del Libro. Así que pensamos que sería muy interesante comprender la importancia que han tenido los libros en su campo de estudio y también en su vida personal.





Nos gustaría empezar precisamente por su relación personal con los libros. ¿Cómo ha sido su experiencia con la lectura? ¿Siempre le ha gustado leer? ¿Hubo algún libro en su infancia que le abrió los ojos?

Tuve la suerte de nacer en una familia de lectores. Soy la más pequeña de una familia numerosa —somos 8­— y a todos nos ha gustado siempre leer. La casa de mi abuela materna era como un museo. Tenía estanterías por todas partes, pues era una coleccionista de libros, y en la casa de mis padres también había muchos libros. Así que siempre he tenido mucho contacto con los libros desde muy joven.


De hecho, empecé a leer a los cuatro años, porque sentía mucha curiosidad por ver todos esos libros. Había una colección de libros que se llamaba “El mundo de los niños" y yo solía molestar a todos los que pasaban por aquella estantería. Tenían que leerme un poema de Casimiro de Abreu, un poeta romántico que me encantaba. Les daba tanto la lata que me enseñaron a leer para que dejase de perseguirlos [se ríe]. Y a partir de ahí fue algo casi obsesivo. Para mí, la lectura siempre ha estado muy presente en mi vida.


Entonces, ¿tiene un libro que sea "el libro”, es decir, su favorito?

Es difícil, hay algunos que considero de cabecera y que son aquellos que en algún momento determinado de la vida estuvieron muy presentes. Uno de ellos es Los amores difíciles de Italo Calvino. Me encanta la prosa de este autor, porque consigue escribir de forma sencilla y poética. El relato breve es un arte muy difícil y los suyos son pequeños universos en los que te sumerges. Es una de las obras de mi vida, en el sentido de que no solo la leo una y otra vez, sino que la utilizo para producir mis textos. Acaba por ser la base también de esa otra escritura menos literaria.


Además, soy adicta a las novelas policíacas, como las de la colección Vampiro, de las que soy una gran aficionada. Tengo varias, porque siempre iba a las librerías a buscarlas. Por supuesto, hay algunos autores que me gustan más que otros, pero, en general, las novelas policíacas eran un hábito colectivo y compartido en casa. Los libros pasaban de mano en mano en cadena: mi madre la leía, luego mi hermano, después mi otro hermano y, por último, yo. A mi abuela también le encantaban. Hubo una época en la que intentó enseñarme a coser, bordar y pintar. Pero no fue capaz. Así que me dijo: “¡Ponte a leer!” Me sentaba a su lado y solo leía.


Así que el género policíaco siempre ha sido una gran pasión para mí: Simenon, Rex Stout, la propia Agatha Christie tienen cosas que me gustan. Y también aquellas novelas más complejas, como las de Patricia Highsmith, con una penetración más psicológica, siguen siendo, por cierto, mis libros de cabecera, porque son los que leo antes de irme a dormir, aunque sea un ratito.


También hay otros autores, como Machado de Assis. Estudié literatura en el colegio y nos obligaban a leer. Recuerdo un verano en que fui a casa de mis abuelos paternos, que no eran tan lectores como los maternos, pero que tenían una colección completa de Machado de Assis y José de Alencar. Y como no había nada más que leer que las enciclopedias (que ya había leído), me pasé las vacaciones enteras leyendo aquella colección completa. Machado de Assis fue una revelación para mí, lo considero uno de los grandes escritores. De hecho, Susan Sontag dijo de él que no se le considera uno de los mejores del mundo porque nunca escribió en inglés. Y la verdad es que traducido pierde mucho.


El otro gran escritor que siempre me acompaña es Borges. Jorge Luis Borges es para mí el gran genio del cuento. Me encantan las novelas, pero confieso que tengo una pasión especial por el cuento, sobre todo porque escritores como Borges, Machado de Assis y Calvino consiguen hacer magia. Es muy difícil escribir una buena historia en tan pocas páginas.





¿En qué lugares le gusta leer?

Pues, aparte de leer en la cama antes de dormir, me gusta mucho leer en la playa. Creo que la playa es un lugar estupendo y cuando voy en verano me gusta tener un libro. Me encanta la playa, pero al mismo tiempo soy muy perezosa, me aburro, así que la lectura es siempre una gran compañía para mí.


Si pudiera elegir conocer a un autor vivo o muerto, ¿quién sería?

¿Sólo uno? Es difícil, pero creo que Borges. Fue un hombre absolutamente fascinante y sería fabuloso hablar con él.


¿Prefiere leer libros nacionales o traducidos?

Depende del libro, pero, si es literatura, si es posible, prefiero leerlo en el idioma original. Los policíacos confieso que solo puedo leerlos traducidos al portugués, al español o al francés. Puedo leer bien en inglés, pero, para el placer me estorba, porque tengo que seguir pensando.


En este sentido, ¿le suena raro leer en portugués de Portugal?

Durante mucho tiempo en la escritura brasileña los textos escritos y publicados estaban mucho más cerca del portugués de Portugal. Cuando estudiaba periodismo, trabajaba en una librería. Era una librería fabulosa, dedicada a la literatura, recibíamos muchos libros portugueses y me acostumbré. Así que no noté mucha diferencia. Había algunas expresiones más extrañas, pero, en general, no me resultó difícil. También porque ya llevo más de veinte años aquí y a veces me atasco más cuando leo un libro en portugués brasileño.


Supongo que podemos concluir que le gusta leer en papel, en vez de en digital, ¿verdad?

¡Ah, sí! Lo digital solo si es un texto teórico. Un libro de literatura por placer no puedo leerlo así. Intentaron convencerme, pero no funcionó. Los prefiero en papel para poder cogerlos, subrayar, anotarlos y todas esas cosas.


Nos gustaría retroceder un poco a lo que fueron sus años de universidad. ¿Recuerda haber leído algún libro que le marcase?

Sí, cuando estaba en la escuela de periodismo. Fue una época de descubrimiento de escritores americanos modernos y contemporáneos. De hecho, todo ese grupo de beatnik y "On the roads", y autores como John Simmons Barth. Kurt Vonnegut Jr. también fue un gran descubrimiento. Hay una obra suya titulada Barbazul, que tiene un estilo muy periodístico, pero a la vez muy satírico. En ese libro hace una crítica fabulosa del mundo del arte moderno y contemporáneo, aunque es una novela. Y esa escritura tan directa me influyó a la hora de escribir textos periodísticos.


La literatura nos hace falta porque nos da mundo y el tipo de mundo que nos da se está perdiendo.

Siendo profesora, madre y sabiendo que una gran parte de nuestra generación no disfruta de la lectura, ¿cree que aún estaremos a tiempo de cambiar su opinión? ¿Podría alguien de nuestra edad iniciarse en el hábito de la lectura ahora?

El otro día estuve en la presentación de un libro a la que asistió Lídia Jorge y dijo algo muy interesante: "leemos mucho, sin embargo, no leemos libros, no leemos literatura". Lo que ocurre es que la gente está perdiendo el contacto con la literatura, y también la capacidad de distinguir la ficción de la realidad. La literatura nos hace falta, porque nos da mundo y el tipo de mundo que nos da se está perdiendo. Y creo que esto es fatal, en el sentido de que puede reducir el vocabulario y la capacidad de imaginación. Es cierto que existe el cine y que hay otras formas de penetrar en las narrativas, pero el libro es la que resulta más intensa.


Una vez, estaba leyendo un libro de Calvino sola en casa y hablaba de un incendio, incluso describía las cenizas que había en el aire. De repente, había cenizas volando. Lo miré y pensé: "Mira qué libro tan realista". El problema era que había dejado una vela encendida en un platillo que creía que era de cristal, pero no, estaba ardiendo y esparciendo cenizas por toda la casa [se ríe]. De hecho, el libro nos pone en un estado de imaginación similar a si todo su mundo estuviera ocurriendo en nuestra cabeza. Se trata de una relación muy importante, incluso para desarrollar actividades distintas a la escritura, para el propio pensamiento, para saber articular las ideas y aprender a relacionarse personalmente.


Así que leer buena literatura es un hábito que no sé si podemos conseguir que la gente lo adquiera todavía, pues he estado leyendo sobre la idea de que cada vez perdemos más lo que es el “aprendizaje lento”. Un aprendizaje que requiere tiempo, lo cual es importante porque ayuda a madurar una serie de procesos. Y la lectura forma parte de ese lento aprendizaje y creo que tenemos menos paciencia para esa calma y demora, que es tan necesaria. Es ese momento en el que tomas aire y entras en una historia.


La mejor manera de conocer el mundo es a través de la lectura.

¿Cree que esto también ocurre en nuestros grados más relacionados con los idiomas, como Lenguas y Comunicación y Lenguas, Literaturas y Culturas?

¡Sucede y es increíble! El otro día estaba en el bar de la universidad escuchando a un chico que hablaba con su grupo, diciendo que odiaba la literatura y pensé que podría ser un estudiante de Psicología. Resultó que no. Estaba en Lenguas, Literaturas y Culturas. Luego dijo algo que era aún más fabuloso: “Ah, pero quiero escribir un libro. Hago este grado porque quiero escribir un libro”. Es decir, estamos viviendo un momento muy particular, en el que parece que todo el mundo tiene una opinión sobre todo y todo el mundo se cree capaz de hacerlo mejor que los demás. Creo que es muy importante que la gente se dé cuenta de que si quiere hablar del mundo, tiene que conocerlo, y la mejor manera de hacerlo es a través de la lectura.


¿Qué libro recomendaría a estas personas a las que no les gusta leer?

Clarice Lispector. Hay cosas suyas que son muy interesantes para leer. Pues, si a la gente no le gusta leer, tiene que ser un tema interesante y accesible. En este sentido, creo que los escritores estadounidenses están bien, pues eran periodistas y escritores, por ejemplo, Truman Capote. Su prosa es atrayente porque consiguen ser a la vez ficción y documento. Así consiguen ser lo suficientemente convincentes para que la gente que no tiene el hábito de leer se ponga a escribir, porque es una historia que se lee casi como un reportaje.


Si a alguien que no le gusta leer le recomiendas Saramago, no volverá a leer nunca más, porque es muy literario en el sentido más profundo de la palabra. Es un escritor en el que cada frase está muy elaborada y requiere más esfuerzo meterse en la historia.


Básicamente, recomiendo grandes narradores, como el brasileño Caio Fernando Abreu, que escribió Los dragones no conocen el paraíso. Se trata de una serie de relatos cortos en los que cuenta que era de Portalegre y su ida a São Paulo, lo cual resulta bastante chocante. Es casi una especie de autobiografía, donde se habla de dejar el lugar donde naciste, los contactos, los desencuentros... No sé si fue porque en el momento en que lo leí estaba viviendo en São Paulo y venía de otro lugar, pero me fascinó completamente.


Hay muchos autores maravillosos y creo que aquellos que pueden hablar en un lenguaje con el que te identificas es más fácil que te atraigan. Empiezas a leer y piensas “yo podría haber escrito eso” y ese proceso de identificación es siempre un buen comienzo.


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