Desde la #ventana de mi #casa os presento mi pueblo. Es un pueblo pequeñito, con unas cinco o seis calles, donde viven unas cien o ciento veinte personas, ahora no me acuerdo. Pero de las pequeñas cosas (y pueblos) es posible sacar lo mejor que la vida tiene, ¿verdad?
¿Qué significa para mí este pequeño pueblo y su gente tan humilde y acogedora? Significa todo para mí. Puedo salir y todos los días apreciar el aire puro, los árboles, los coches circulando en la carretera con destino al Algarve tan cercano, pero para mí todo eso es superficial, porque yo veo más allá de todo lo que está a mi alrededor.
Desde mi casa no veo solamente calles, personas caminando, la fauna que cambia los colores del cielo o la flora verde y fresca que recibe la luz del sol en un día de verano. Desde la ventana de mi casa veo mi hogar, mi puerto de abrigo, el lugar para el cual quiero volver siempre que salgo a hacer algo o estudiar. Veo generaciones de gente que ha vivido aquí toda su vida y que me ha enseñado todo lo que sé.
Todavía hoy, desde mi casa, consigo ver a mi abuelo (aunque ya no esté conmigo en vida) volviendo cansado de su trabajo y con las manos sucias de la tierra.
Todavía hoy, desde mi casa, consigo ver a mi abuelo (aunque ya no esté conmigo en vida) volviendo cansado de su trabajo y con las manos sucias de la tierra. Veo a mis primos, que están en Francia, y con los cuales no hace mucho tiempo pasaba tardes jugando videojuegos o hablando de fútbol.
Desde la #ventana de mi casa veo muchísimo, pero muchísimo más de lo que mis ojos me dejan ver. Veo el pasado, el presente y el futuro. Y hoy, con 20 años y casi terminando la universidad, puedo decir con toda la seguridad:
¡Desde mi casa, yo veo el mundo!
SUPERLETRA A
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