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Foto del escritorSuperletra X 2022

Una riqueza inmaterial





El frío reinaba en aquella noche oscura. Los adornos luminosos que se veían por toda la ciudad, pero sobre todo la ausencia de gente en las calles, sugerían que aquella se trataba de la noche de Navidad.


Un vigoroso Hombre de cuarenta años deambulaba solo por la calle, parecía vagar sin rumbo. Llevaba un abrigo gris y un sombrero que le cubría el pelo. Consultó su reloj: casi medianoche. Siguió por un callejón que conducía a un paseo marítimo cerca de la playa. El sonido de las olas que morían a lo largo de la costa le traía serenidad. Empezó a caminar por el paseo junto al agua hasta que vio una figura, que parecía ser una persona, acostada junto a la pared. No huyó de allí ni se apresuró a llegar allá, simplemente caminó hacia la silueta con una extraña calma. La confirmación de lo humano de aquella forma no tardó en llegar. Era un anciano de aspecto frágil y poco cuidado. Ostentaba una barba espesa y sucia que ya estaba gris. En la cabeza, tenía una gorra rota. Estaba acostado sobre un pedazo de cartón y solo tenía una manta delgada para protegerse del frío. Parecía ser un Vagabundo. Al acercarse, el Hombre notó que el Vagabundo estaba temblando. Cuando empezó a quitarse el abrigo, una voz trémula, pero imponente, lo interrumpió.


— Si se lo está quitando para dármelo, se lo agradezco, pero no es necesario — dijo el Vagabundo mientras se levantaba.

— Usted está temblando de frío. No puedo pasar por aquí, verlo así y quedarme indiferente — respondió el Hombre en voz baja sin dejar de quitarse el abrigo.

— Es usted muy generoso, pero no tengo frío. ¡Ojalá yo temblase solamente de frío! Mis temblores son de soledad… No se pueden calmar con ropa abrigada. No hay bienes materiales que nos protejan de los sentimientos. Si quiere ayudarme, por favor quédese en mi compañía —dijo el Vagabundo con una mirada sincera.


El Hombre se sentó junto al Vagabundo y lo miró fascinado.


—Sabe — prosiguió el Vagabundo — la indiferencia es uno de los grandes males de nuestro tiempo.

— Las personas viven demasiado preocupadas por sí mismas — completó el Hombre, mientras miraba el cielo estrellado — los demás se vuelven indiferentes hacia ellas, y ellas se vuelven indiferentes hacia los demás.

-— ¿Qué hace aquí solo esta noche? —preguntó el Vagabundo.

— Cuando era joven, pensaba que el dinero lo era todo. Así que trabajé, luché y terminé haciéndome rico. Pero no siempre fui sensato, y terminé perdiendo la verdadera riqueza: mi familia — se desahogó el Hombre, con tristeza en la voz.


Una sonrisa complaciente apareció en los labios del Vagabundo. Metió la mano en el bolsillo y empezó a sacar algo.

— Sé de lo que está hablando, la inexperiencia de la edad nos acaba traicionando, queremos siempre ser ricos… — dijo.


Entregó al Hombre una vieja fotografía de un individuo robusto y sonriente, muy parecido al Vagabundo, solo, delante de una enorme mansión.

— Este hombre de la foto es… — empezó el Hombre, incapaz de terminar.

— Pero el dinero un día se acaba — concluyó el Vagabundo.



Superletra X 2022

Texto escrito y revisado con la colaboración de las superletras 2022

Fotografía de la superletra G 2022


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