LIBRE
- Lengua Enmascarada
- 19 oct 2021
- 2 Min. de lectura
Desobediente lector:
Esta semana las futuras superletras hablaron de aquello que les inspira la palabra "libre".
¡Qué libre es la risa! Mondarse, partirse, morirse o llorar de risa es sin duda liberador. Nos sentimos libres cuando viajamos y nos apasiona la libertad de la naturaleza. Bailamos libremente al son de la música que escogemos y aprovechamos el tiempo libre para jugar a lo que nos da la gana. Nuestros pensamientos y nuestros sueños vuelan libres como pájaros por nuestra imaginación. ¡Nadie los puede encerrar y controlar! Escribimos sin que nos censuren porque la creatividad y el arte nos liberan. Somos libres de escoger a quien amar y demostrar nuestro afecto. Afirmamos nuestra independiencia, nuestra personalidad e identidad con libertad. ¿De verdad somos libres para opinar y juzgar a los demás?
"Nadie es absolutamente libre" nos recuerda el DUE (Diccionario de uso del español) en uno de sus ejemplos. Por suerte, somos ciudadanos libres, es decir, de esos que "disfrutan los derechos que en los países no totalitarios les conceden las leyes", aunque no siempre fue así en España y Portugal.
Por eso, al hablar de libertad, la Lengua Enmascarada quiere evocar la historia y estos versos de Miguel Hernández (1910-1942):
No, no hay cárcel para el hombre.
No podrán atarme, no.
Este mundo de cadenas
me es pequeño y exterior.
¿Quién encierra una sonrisa?
¿Quién amuralla una voz?
A lo lejos tú, más sola
que la muerte, la una y yo.
A lo lejos tú, sintiendo
en tus brazos mi prisión,
en tus brazos donde late
la libertad de los dos.
Libre soy, siénteme libre.
Solo por amor.
Antes del odio, de Cancionero y romancero de ausencias.
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